El melanoma es un tipo de cáncer de piel caracterizado por la proliferación de células responsables de la pigmentación de la piel (melanocitos). Este tipo de tumor es más frecuente en individuos de piel clara expuestos al sol. Además, otros posibles factores de riesgo probables incluyen:
En general, la lesión provocada por el melanoma tiene las siguientes características:
El diagnóstico de melanoma envuelve un examen clínico por parte de un dermatólogo y se puede realizar una biopsia de la lesión. El grado de afectación de las estructuras de la piel (nivel de Clark) y la profundidad de la lesión en milímetros (profundidad de Breslow) son factores importantes a examinar tras la biopsia o remoción de la lesión.
La estadificación del melanoma incluye exámenes radiológicos y mediciones de sangre LDH. En algunos casos, puede haber afectación de ganglios linfáticos y existencia de metástasis.
El tratamiento del melanoma generalmente envulve la remoción quirúrgica del tumor. En los casos de sospecha de afectación de los ganglios linfáticos, se puede realizar un procedimiento denominado linfocintilografía, que consiste en la inyección de una sustancia radiactiva o colorante cerca de la lesión y el posterior análisis de los ganglios linfáticos que fueron captados por esta sustancia.
El tratamiento adyuvante del melanoma está indicado para tumores de alto riesgo, siendo hechos a través de la administración de interferón. En los casos de presencia de metástasis, el tratamiento puede incluir inmunoterapia, quimioterapia y, más recientemente, fármacos dirigidos molecularmente.
Entre quimioterápicos más frecuentemente utilizados en el tratamiento del melanoma metastásico se encuentran la dacarbazina, la temozolomida y el paclitaxel. Entre los fármacos dirigidos molecularmente, el uso de sorafenib en combinación con quimioterapia se viene estudiando.