Linfoma y Mieloma

¿Qué es el tejido linfático?

Las células de defensa que intervienen en la respuesta inmunitaria se organizan en tejidos y órganos que se reconocen colectivamente como sistema linfático. Los principales órganos linfoides son la médula ósea y el timo. Producen todas las células de defensa a partir de linajes progenitores específicos. Los órganos linfoides secundarios, por su parte, son los responsables del proceso de maduración celular e incluyen el bazo, los ganglios linfáticos, que se distribuyen en diversas zonas del cuerpo, y el tejido linfoide asociado a las mucosas. Estas últimas están representadas por las placas de Peyer en el intestino, el apéndice, el tejido linfoide asociado a los bronquios y la amígdala con las adenoides, y se disponen en las principales vías de entrada de antígenos en el cuerpo humano, constituyendo la primera línea de defensa. Todas estas estructuras están conectadas por una compleja red de vasos llamada red linfática. La linfa es un líquido claro derivado del plasma. Llena este sistema de vasos comunicantes por el que circulan las células de defensa del organismo, en paralelo al torrente sanguíneo.

¿Cuál es la función del sistema linfático?

La función principal del sistema linfático es proteger al organismo de las infecciones o de cualquier otro agresor potencial. Se distribuye en los puntos más estratégicos del cuerpo, principalmente en forma de ganglios linfáticos. Los ganglios linfáticos son los centinelas del cuerpo humano. Corresponden a pequeñas estructuras nodulares encapsuladas, que contienen millones de linfocitos maduros en su interior, preparados para reconocer las proteínas enemigas y desencadenar la respuesta inmunitaria. Los linfocitos desempeñan un papel fundamental en la modulación del sistema inmunitario y coordinan un ejército de células altamente especializadas para luchar contra los agresores.

¿Qué es el linfoma?

Los linfocitos son células que participan activamente en la defensa del organismo y son los principales constituyentes celulares del tejido linfático. En condiciones normales, las células madre progenitoras linfoides contenidas en el bazo y el timo se convierten en linfocitos B y T, respectivamente. Una vez formadas, estas estructuras se acumulan en los órganos linfoides secundarios, representados por los ganglios linfáticos, el bazo y el tejido linfoide asociado a las mucosas, donde se convierten en células maduras y se les asigna una función específica. Los linfocitos B son responsables de la inmunidad humoral, mediada por anticuerpos, mientras que los linfocitos T actúan de forma citotóxica.

El linfoma se produce cuando un linfocito adopta un comportamiento maligno. Pierde la capacidad de controlar sus mecanismos de replicación y comienza un proceso de proliferación incontrolada. En el sistema linfático circula un gran número de clones inmaduros y disfuncionales con potencial letal.

Los linfomas pueden derivar de los linfocitos B, de los linfocitos T o de las células Natural Killers (NK), siendo la primera situación la más común. En general, comienzan en los ganglios linfáticos. El patrón de diseminación, sin embargo, es muy variable y puede seguir una secuencia en cadena o afectar a los ganglios de forma aleatoria. Con el tiempo, pueden aparecer en otras zonas que contienen tejido linfático, como el hígado, el bazo y el pulmón, por ejemplo. En fases avanzadas, en ocasiones llegan a infiltrar la médula ósea, asumiendo un comportamiento similar al de las leucemias.

Las principales manifestaciones clínicas de los linfomas son características. La mayoría de los pacientes abren con linfadenomegalia periférica no dolorosa (hinchazón). Es la manifestación inicial en dos tercios de los casos y las principales cadenas implicadas son la cervical, la supraclavicular y la inguinal. Además, los llamados “síntomas B” son comunes. Se dan en el 40% de los pacientes y están representados por fiebre, a menudo por la tarde, sudores nocturnos y pérdida de peso de más del 10% del peso en los últimos 6 meses. La fatiga, el malestar, el picor corporal y la debilidad también forman parte del abanico de posibilidades.

¿Cuál es la diferencia entre el linfoma no Hodgkin y el linfoma Hodgkin?

Los linfomas representan un conjunto de neoplasias linfoproliferativas malignas, con una importante heterogeneidad. Debido a las diversidades en el comportamiento biológico, las diferencias en cuanto al tratamiento y el pronóstico, y también debido a las alteraciones histológicas, los linfomas se dividen en dos grandes grupos: linfomas Hodgkin y linfomas no Hodgkin.

Los linfomas de Hodgkin, formalmente llamados enfermedad de Hodgkin, derivan de las células B que se originan en los centros germinales de los ganglios linfáticos y representan aproximadamente el 10% de los linfomas. Tienen una composición histológica única, que contiene sólo una pequeña cantidad de células neoplásicas. Estas estructuras se conocen como células de Reed-Sternberg y siempre están intercaladas con un fondo rico en células inflamatorias. Afectan sobre todo a adultos jóvenes, de unos 20 años, o a personas mayores, de unos 65 años.

La mayoría de los pacientes con la enfermedad clásica presentan ganglios linfáticos agrandados e indoloros, que suelen afectar a la región cervical. El patrón de diseminación suele respetar la secuencia de las cadenas de ganglios linfáticos. Es decir, cuando comienza en la región cervical, por ejemplo, progresa hacia los ganglios linfáticos supraclaviculares, justo debajo. Luego, bajan a las axilas, a la región interna del tórax, a través de los ganglios linfáticos del mediastino, y así hasta el abdomen. Los síntomas B (fiebre, sudores nocturnos y pérdida de peso) están presentes en el 20% de los individuos con enfermedad temprana y en el 50% de los que tienen la enfermedad más avanzada. La enfermedad tiene un pronóstico relativamente bueno. Entre el 75 y el 80% de los casos son curables y cuanto antes se detecte, mayores serán las posibilidades de éxito terapéutico.

En cambio, los linfomas no Hodgkin (LNH) abarcan un espectro mucho más heterogéneo de enfermedades, que van desde neoplasias con buen pronóstico y curables hasta enfermedades muy agresivas y letales. Pueden derivar de linfocitos T y, más raramente, de células Natural Killers, sin embargo, la mayoría de los casos tienen un origen de linfocitos B.

Se describen más de 20 subtipos histológicos de LNH, que a su vez se dividen, según su comportamiento biológico, en enfermedades indolentes, agresivas y altamente agresivas. En teoría, los linfomas indolentes son los que tienen un bajo índice mitótico, es decir, los que crecen lenta y persistentemente durante muchos años. En general, responden mal a la quimioterapia y, a pesar de su comportamiento casi benigno, son técnicamente incurables. Los linfomas agresivos, en cambio, son los más frecuentes y presentan altas tasas proliferativas. Si no se tratan, son enfermedades potencialmente graves, pero responden bien a la quimio y a la radioterapia, con un considerable potencial de curación, dependiendo del estadio clínico en el que se encuentren. Por otro lado, las neoplasias altamente agresivas, como su nombre indica, son extremadamente graves, refractarias al tratamiento y con un alto potencial letal.

Los signos y síntomas que se manifiestan en el linfoma no Hodgkin pueden ser diferentes, dependiendo del grado de agresividad y de la localización del tumor. La manifestación más común es la inflamación de los ganglios linfáticos en varias regiones del cuerpo. El patrón de diseminación es aleatorio y no respeta ninguna secuencia, es decir, al mismo tiempo que se afectan los ganglios linfáticos del cuello, también pueden afectarse otros de la región inguinal. Las masas voluminosas en la cara, el pecho o el abdomen tampoco son infrecuentes y son signos de enfermedades más agresivas. Los síntomas B confieren un peor pronóstico al paciente y están presentes en aproximadamente el 40 al 50% de los casos.

Comparativamente, los linfomas no Hodgkin, en general, son más agresivos que los Hodgkin. Sin embargo, con los avances terapéuticos observados más recientemente, el pronóstico de una gran proporción de pacientes ha cambiado radicalmente. Puede decirse que, hoy en día, los índices de éxito terapéutico son prácticamente equivalentes.

¿Qué causa el linfoma no Hodgkin?

Las causas de los linfomas no Hodgkin siguen siendo desconocidas. Se sabe que, según los principios generales de la carcinogénesis, su origen se basa en la superposición de alteraciones genéticas, como mutaciones, deleciones o translocaciones, por ejemplo. Actualmente, la ausencia de información más precisa sobre las principales vías aberrantes implicadas en este proceso es perjudicial. Conocerlas sería el primer paso hacia el desarrollo de fármacos específicos para cada diana, capaces de ayudar en el tratamiento.

¿Cuáles son los factores de riesgo del linfoma no hodgkiniano (LNH)?

Los investigadores han identificado una serie de factores de riesgo que pueden estar implicados en el desarrollo del linfoma no Hodgkin.

Edad: el proceso de envejecimiento favorece la aparición del LNH. La mayoría de los casos afectan a personas mayores de 60 años, aunque ciertos subtipos histológicos tienen preferencia por personas más jóvenes.

Género: a nivel mundial, el riesgo de desarrollar LNH es mayor entre los hombres que entre las mujeres.

Raza/etnia: en Estados Unidos, los individuos de raza blanca tienen más probabilidades de desarrollar LNH que los de ascendencia africana/americana. En todo el mundo, esta es una enfermedad más común en los países desarrollados.

Dieta y peso: algunos estudios sugieren que el sobrepeso y la obesidad pueden aumentar el riesgo de padecer LNH. Del mismo modo, las dietas ricas en grasa y carne también tienen este efecto.

Exposición a las radiaciones ionizantes: los estudios sobre los supervivientes de los accidentes nucleares han mostrado tasas de incidencia más elevadas de LNH en los supervivientes. Además, las personas que se han sometido a un tratamiento de radioterapia por otras neoplasias también tienen un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad a lo largo de su vida. La probabilidad es aún mayor en aquellos que recibieron quimioterapia con agentes alquilantes al mismo tiempo.

Exposición a sustancias químicas: los datos científicos revelan que el benceno, los herbicidas y los insecticidas pueden estar relacionados con un mayor riesgo de desarrollar LNH. Asimismo, el uso de agentes quimioterapéuticos para el tratamiento de otras neoplasias, en una fase diferente de la vida, también demuestra esta relación.

Deficiencias inmunológicas: las personas con un sistema inmunitario deficiente, como los receptores de trasplantes de órganos que utilizan inmunosupresores, o las personas con VIH, por ejemplo, tienen un riesgo claramente mayor de padecer un linfoma.

Enfermedades autoinmunes: algunas enfermedades como la artritis reumatoide, el lupus eritematoso sistémico, el síndrome de Sjogren o la enfermedad celíaca están relacionadas con tasas más altas de desarrollo de LNH.

Infecciones: los virus que pueden afectar directamente al ADN de los linfocitos, como el HTLV-1, el virus del herpes 8 y el virus de Epstein-Barr, por ejemplo, están relacionados con el desarrollo de algunos tipos específicos de LNH. La infección por la bacteria H. pylori también está muy relacionada con la aparición de linfomas MALT.

Prótesis mamarias: aunque es raro, algunas mujeres desarrollan linfomas anaplásicos de células grandes en la cicatriz quirúrgica de las prótesis de silicona.

¿Puede prevenirse el linfoma no Hodgkin (LNH)?

La mayoría de los pacientes con linfoma no Hodgkin no tienen ningún factor de riesgo que pueda modificarse y, por lo general, es imposible protegerse contra su desarrollo. No hay forma de cambiar la edad, el sexo, la raza o el origen de una persona. Tampoco se puede retroceder en el tiempo y evitar la exposición a la radiación o a los agentes quimioterapéuticos. Sin embargo, es posible invertir en la prevención de ciertos factores para minimizar las posibilidades de que aparezca la enfermedad.

Por ejemplo, hemos visto que las inmunodeficiencias pueden aumentar el riesgo de LNH, al igual que la infección por virus que alteran el ADN de los linfocitos. El VIH, el HTLV-1 y el herpes pueden transmitirse por contacto sexual. Asumir un comportamiento sexual más responsable y adoptar medidas sencillas como el uso de preservativos, además de prevenir contra las ETS, también reduce las posibilidades de desarrollar LNH en el futuro.

Otra infección relacionada con un subtipo específico de linfoma, el MALT, se produce debido al Helicobacter pylori. Esta bacteria afecta al estómago y promueve la inflamación crónica, lo que estimula el desarrollo neoplásico tras años de ocurrencia. Su tratamiento es una medida sencilla y muy eficaz para reducir las posibilidades de sufrir linfomas.

Hay datos que sugieren una relación positiva entre la obesidad y una dieta rica en grasas y carne y el desarrollo de varios subtipos de LNH. No está claro si se trata de factores de riesgo reales, pero en cualquier caso comer mejor y perder peso son medidas adecuadas para todas las personas, independientemente de cualquier otra relación.

¿Es el mieloma una leucemia?

Se pueden utilizar varias modalidades de tratamiento contra los linfomas no Hodgkin. Las opciones dependerán básicamente del tipo histológico, el grado de agresividad y el estadio de diseminación de la enfermedad. Incluyen la quimioterapia, la inmunoterapia, la terapia específica, la radioterapia y el trasplante de médula ósea.

Los métodos de imagen más modernos y el mayor acceso de la población a los profesionales sanitarios y al arsenal terapéutico han modificado positivamente las perspectivas de supervivencia de los pacientes. Un diagnóstico más precoz, mejores técnicas de radioterapia y el desarrollo de nuevos fármacos altamente eficaces contra las células linfáticas malignas han sido hitos importantes en los últimos años. En conjunto, estas medidas han sido responsables de un enorme salto en la calidad del tratamiento de estos pacientes y han proporcionado a varios de ellos posibilidades reales de curación.

¿Es el mieloma una leucemia?

No. El mieloma es un tumor que se origina en una célula plasmática, un tipo de célula presente en la médula ósea. Por otro lado, se denomina leucemia a un grupo de enfermedades que afectan a los leucocitos (glóbulos blancos), que también se originan en la médula ósea.