Tipos de cáncer

Tiroides

El cáncer de tiroides se desarrolla en la glándula que se encuentra en la parte delantera del cuello y es responsable de la producción de las hormonas del metabolismo. La exposición a la radiación y una dieta baja en yodo son los principales factores de riesgo. Obtenga más información.
6 min de lectura
por: Grupo Oncoclínicas
Tiroides
El cáncer de tiroides es el más frecuente en la región de la cabeza y el cuello y afecta tres veces más a las mujeres que a los hombres.

Qué es el cáncer de tiroides

La glándula tiroidea está situada en la parte delantera del cuello, debajo del cartílago tiroides (popularmente conocida como manzana de Adán) que produce hormonas que ayudan a regular el metabolismo, el ritmo cardíaco, la presión arterial y la temperatura corporal. El cáncer de tiroides se forma cuando las células tiroideas empiezan a crecer y a multiplicarse sin control.

Es el cáncer más común de la región de la cabeza y el cuello y afecta tres veces más a las mujeres que a los hombres.

Los principales factores de riesgo del cáncer de tiroides son:

  • La exposición a la radiación – un factor de riesgo probado para el cáncer de tiroides. Entre las fuentes de estas radiaciones se encuentran algunos tratamientos médicos y también la lluvia radioactiva de accidentes en centrales eléctricas o armas nucleares;
  • Dieta inadecuada – los cánceres foliculares de tiroides son más comunes en zonas del mundo donde la dieta de la gente es baja en yodo. La adición de yodo a la sal, habitual en muchos países, previene la enfermedad.

Cabe destacar que la presencia de nódulos tiroideos no siempre es un indicio de cáncer, ya que la mayoría de estos nódulos son benignos – sólo entre el 5% y el 10% de los nódulos tiroideos son cancerosos. Estos nódulos aparecen a cualquier edad, pero son más frecuentes en los adultos mayores.

Subtipos de cáncer de tiroides

Cada tipo de cáncer se desarrolla a partir de cada tipo de célula de la región, lo que es importante detectar porque influye en la gravedad del cáncer y en el tratamiento necesario.

Los principales subtipos de cáncer de tiroides son:

  • Carcinomas bien diferenciados – sus células tienen un aspecto muy similar al tejido tiroideo normal cuando se observan en el laboratorio. Se desarrollan a partir de células foliculares tiroideas y representan la mayoría de los cánceres de tiroides. En general, tienen un comportamiento poco agresivo y responden muy bien a la terapia con yodo.  Los carcinomas bien diferenciados, a su vez, agrupan tres subtipos diferentes: papilar (el más frecuente – 80% de los casos), folicular y carcinoma de células de Hurthle;
  • Carcinoma medular – se desarrolla a partir de las células C de la glándula tiroides, que normalmente producen calcitonina, una hormona que ayuda a controlar la cantidad de calcio en la sangre. Es poco frecuente, de crecimiento lento y no responde a la terapia con yodo;
  • Carcinoma anaplásico o carcinoma indiferenciado – se trata de una forma rara de tumor de tiroides, que representa aproximadamente el 2% de todos los casos. Es denominado indiferenciado porque las células cancerosas no se parecen a las células tiroideas normales. Es un cáncer agresivo, de crecimiento rápido y precoz, que compromete las estructuras del cuello. El pronóstico es peor que el de los otros subtipos.

Síntomas y signos del cáncer de tiroides

A menudo, en los tumores pequeños, los pacientes son asintomáticos. Cuando se manifiestan, los principales síntomas o signos del cáncer de tiroides son:

  • Nódulo o bulto (especialmente si son de rápido crecimiento);
  • Hinchazón en el cuello;
  • Dolor en la parte delantera del cuello, a veces irradiado a las orejas;
  • Ronquera persistente u otros cambios en la voz
  • Dificultad para tragar
  • Problemas respiratorios;
  • Tos constante.

Hay afecciones benignas que también provocan síntomas como estos, en particular la presencia de nódulos. Cualquiera de estos signos requiere buscar un médico para una evaluación más detallada del cuadro clínico.

Diagnóstico del cáncer de tiroides

La exploración física y la historia clínica del paciente son los primeros pasos para la detección del cáncer de tiroides.

Después de la sospecha, se utilizan pruebas para confirmar la neoplasia, incluyendo la estadificación y la definición del mejor tratamiento. Las pruebas de imagen son importantes porque ayudan a encontrar zonas sospechosas que pueden ser cáncer y a comprobar si la neoplasia se ha extendido, lo que repercute en la elección del tratamiento. Los principales son:

  • Ecografía – es una de las primeras pruebas y ayuda a determinar si un nódulo tiroideo es sólido o quístico (lleno de líquido); los nódulos sólidos tienen más probabilidades de ser cancerosos. También puede utilizarse para comprobar el número y el tamaño de los nódulos y ayudar a determinar si algún ganglio linfático cercano ha sido afectado por el cáncer. Además, en los nódulos tiroideos demasiado pequeños para su palpación puede guiar la aguja que realizará la biopsia;
  • Centellograma de yodo – ayuda a determinar si un bulto en el cuello podría ser un cáncer de tiroides. También se utiliza en personas a las que ya se les ha diagnosticado un cáncer de tiroides diferenciado (papilar, folicular o de células de Hürthle) para comprobar si se ha extendido. Para esta prueba, se ingiere o se inyecta en la vena una pequeña cantidad de yodo radiactivo: la glándula tiroidea (o las células tiroideas de cualquier parte del cuerpo) absorbe el yodo y se utiliza una cámara especial para ver dónde está la radiactividad, ya que las células del cáncer medular de tiroides no absorben yodo;
  • Tomografía computarizada (TC) del cuello y el tórax – prueba de rayos X múltiple que realiza imágenes transversales detalladas del cuerpo. Ayuda a determinar la ubicación y el tamaño del cáncer de tiroides y a comprobar si se ha extendido a zonas cercanas o a órganos distantes, como los pulmones. Un problema del TC en relación con el cáncer de tiroides es que el medio de contraste contiene yodo, que interfiere con las exploraciones con radioyodo. Por esta razón, a menudo se prefiere la RMN para la evaluación del cuello, o se realiza una TC sin contraste;
  • Resonancia magnética del cuello – proporciona imágenes detalladas de la glándula tiroidea, del tumor y de los ganglios linfáticos comprometidos por la enfermedad en el cuello;
  • Tomografía por emisión de positrones – tambiém llamado de escáner PET (por las siglas en inglés de Positron Emission Tomography), puede ser muy útil si el cáncer de tiroides es uno que no absorbe el yodo radiactivo. En esta situación, a través del escáner PET es posible verificar si el cáncer se ha extendido.

La punción/biopsia es fundamental para cerrar el diagnóstico de la enfermedad. La forma más sencilla de averiguar si un bulto es canceroso es mediante una punción aspiración con aguja fina (PAAF). Este tipo de biopsia puede realizarse a menudo en la consulta del médico, con o sin anestesia local. El sangrado en el lugar de la biopsia es muy raro, excepto en personas con trastornos hemorrágicos.

Tratamiento

El tratamiento del cáncer de tiroides es generalmente quirúrgico, y se realiza una tiroidectomía total (extirpación de todo el tiroides) o parcial (extirpación de sólo una parte del tiroides), con la extirpación o no de los ganglios linfáticos (hinchazón) del cuello, dependiendo de cada caso.

En los carcinomas bien diferenciados, el tratamiento quirúrgico puede complementarse con yodo radiactivo para reducir el riesgo de reaparición del cáncer. El carcinoma medular y el carcinoma anaplásico no responden al yodo, y esta terapia no se utiliza en estos casos.

Para los casos de enfermedad metastásica, otras opciones terapéuticas para controlar la enfermedad incluyen los inhibidores de la tirosina quinasa (medicamentos orales).

Prevención

Varias enfermedades hereditarias se han asociado con diferentes tipos de cáncer de tiroides, así como antecedentes familiares. Sin embargo, la mayoría de las personas que desarrollan cáncer de tiroides no tienen una enfermedad hereditaria ni antecedentes familiares de la enfermedad. La única prevención posible es evitar los factores de riesgo (como la exposición a la radiación y las dietas bajas en yodo mencionadas anteriormente).

No existe evidencia científica de que el cribado del cáncer de tiroides traiga más beneficios que riesgos y por tanto, hasta el momento, no se recomienda.

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